Este hombre se veía feliz a pesar de parecer no tener nada en el mundo aparte de su mascota, y tal vez por eso lo era. Compartían una botella de agua, ahí en el centro de la autopista que atraviesa Toronto debajo del puente esperando alguna limosna. Por qué será que los ricos no ríen tanto como los desposeídos; será por qué no tienen nada que perder, paradoja loca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario